El centrocampista gaditano está volviendo a ser ese futbolista que encandiló a la afición oviedista en su primera etapa como jugador azul y con él en el campo, el equipo se ve claramente beneficiado. Todas las victorias del Real Oviedo desde que llegó Cervera se han producido con el de Puerto Serrano en el once titular.
Un jugador indiscutible
Luismi Sánchez está viviendo su segunda etapa en el Real Oviedo. Se suele decir que segundas partes nunca fueron buenas, pero siempre pueden producirse excepciones. Debajo de ese casco tan característico que lleva en cada partido parece esconderse una mentalidad asombrosa.
Su primera etapa como jugador del Oviedo fue bien distinta a esta segunda etapa. Allá por 2020, año de pandemia, Luismi recaló como cedido procedente del Real Valladolid, un club amigo. El conjunto azul estaba en la cuerda floja y el gaditano llegó de la mano de José Ángel Ziganda. El parón obligado por el coronavirus le vino fenomenal tanto a él como al conjunto carbayón. Cuando el balón volvió a rodar, en el mes de junio, se vio a un equipo más maduro y a un jugador decidido a aportar su granito de arena. El Oviedo firmó unos números excelentes y logró la ansiada salvación. Ahí fue cuando salió a escena el mítico tópico que se emplea en estos casos: «Nunca te enamores de un jugador cedido».
Luismi terminó su cesión con el Oviedo y se fue traspasado al Elche. Con el conjunto ilicitano jugó más bien poco y, en cuanto se le presentó la opción de volver, el «men de casco«, como le llaman en la capital asturiana, no dudó ni un segundo.
Su segunda etapa en el Carlos Tartiere está siendo aún mejor. El año pasado con Ziganda fue algo más irregular por diversos motivos (positivo en COVID-19 y lesiones). Pero fue marcharse el técnico navarro, y Luismi se soltó la melena. Con Bolo fue de lo poco salvable, pero con Cervera es un seguro. Todas las victorias (7) que ha conseguido el Oviedo hasta la fecha se han producido con el gaditano en el campo. Luismi destaca por su visión de juego y, si hay que asemejar esa virtud a un animal, ese sería el águila real, que se caracteriza por ser el que mejor vista tiene.
Luismi & Jimmy, S.L
Si en su primera etapa su pareja de baile fue Sergio Tejera, en la primera temporada de su segunda etapa (2021-) su compañero de fatigas la temporada pasada fue Gastón Brugman. El charrúa también estuvo cedido en el conjunto azul y con él también se puede aplicar el tópico empleado anteriormente («Nunca te enamores de un jugador cedido«).
En la presente campaña, su prolongación en el centro del campo es el canterano Jimmy Suárez. Con el ovetense se entiende a las mil maravillas y con una simple mirada, igual que un águila real, sabe en todo momento qué va a hacer. Otro jugador que puede agradecer esa visión tan característica, ese es Borja Bastón. Gracias a los pases del gaditano, el delantero madrileño anotó la friolera de 22 goles la temporada pasada. Este año lleva 8, pero todavía queda toda la segunda vuelta por delante.
A Luismi le faltan dos partidos para renovar automáticamente. Todo apunta a que el oviedismo va a seguir disfrutando de esa visión de juego que se asemeja a la de un águila real por varios años más.
